Por qué fallan las planificaciones
Una constante, en todos los años que llevo trabajando como programador, son los fallos de planificación. No me refiero sólo a las estimaciones de tiempo, sino también a los diseños que hacemos previos a la programación. Una vez diseñado un diagrama de estados, de clases, o de colaboración para resolver cierto problema, al implementar dicho diseño nos encontramos que era incompleto, o incluso erróneo. Nos encontramos detalles y casos no analizados, que por supuesto te obligan a cambiar el diseño.
Esto no solo ocurre en la informática, ocurre en cualquier disciplina humana. Somos tan narcisistas que llegamos a creer que hemos diseñado todo previamente a su construcción. No nos damos cuenta que no podemos prever aquello que no conocemos, ni siquiera calcular su riesgo. El Mariscal Helmuth Carl Bernard von Moltke acuñó la frase: “Ningún Plan, por bueno que sea, resiste su primer contacto con el enemigo, con la realidad”. Es una constante en cualquier ámbito que los planes fallen. Las planificaciones de obras públicas en cualquier parte del mundo son famosas por jamás cumplir el presupuesto.
El gran Antonio Escohotado nos advirtió del motivo primigenio de estos fallos: “La diferencia entre sencillo y complicado es que sencillo pertenece al mundo de la imaginación, complicado pertenece al mundo de la realidad: son mundos distintos.” Nuestra mente está muy limitada: es prácticamente imposible llegar a comprender todos los aspectos del mundo real. No nos damos cuenta, probablemente por nuestra propia limitación mental.
Sin embargo sería erróneo concluir que los planes no son necesarios. Según Dwight Eisenhower: “Los planes son inútiles, pero la planificación lo es todo”. Los planes iniciales nos ofrecen un punto de apoyo sobre el que iniciar la tarea. Sin ellos no sabríamos siquiera por dónde empezar. Pero siempre debemos estar atentos a lo inesperado, porque puede cambiarlo todo.